En la cultura occidental ha sido común relacionar la locura a personajes creativos. Son incontables los casos en que grandes artistas e intelectuales han sido tratados de locos. Mi intención es ver qué se esconde detrás de esa categorización arbitraria, cuál es su origen y qué personajes se esconden detrás de ella. Entendiendo la complejidad del término “locura”, desarrollada de forma básica en la publicación El loco imaginado, me limitaré a los casos en que la categoría de locura cae sobre mentes creativas de occidente. Esos casos en que grandes manifestaciones intelectuales, al oponerse a cánones morales y estéticos predominantes, son rechazadas y basureadas. Vale más bien develar lo que hay detrás de esos locos, para ver si no nos estamos perdiendo de algo maravilloso.
Aunque parezca fuera de lugar, pues estamos hablando del mundo de las ideas y del arte, es necesario un enfoque social, pues nuestro rechazo por estas mentes geniales tiene su raíz en un asunto social. Todos los discursos sobre lo bello y lo feo, y lo correcto y lo incorrecto, tienen un origen sociocultural. Lo que ha pasado en nuestro contexto occidental en los últimos dos siglos es que nos hemos contentado con una versión más bien delimitada y acomodada de lo que es bello y lo que es correcto. Bueno, lo que hace que la obra artística contraste con un contexto de esa naturaleza, es su rareza. Como dice Ortega y Gasset: “en arte es nula toda repetición”, pues lo esencial de la obra artística es que sacude esquemas preexistentes. Toma de la realidad una serie de elementos y, a partir de un proceso de abstracción, juega con ellos a su antojo.
José Ortega y Gasset, en su obra La deshumanización del arte, distingue dos aspectos del arte:
1) Aspectos reales.
2) Aspecto puramente artístico.
Los aspectos realistas son aquellos elementos que el autor toma de la realidad percibida y los mezcla, a partir del uso de alguna técnica, en algún medio determinado. Los aspectos puramente artísticos tienen que ver con el resultado, con la impresión estética que resulta de esa mezcla. El realismo pictórico, por ejemplo, se mantiene fiel a lo admirado de la realidad, y eso explicaría que no sea tomado como algo raro. Por el contrario, cuando el autor decide jugar con los elementos tomados de la realidad a su antojo, el resultado puede sorprender y asustar. El receptor ingenuo, al ver los constituyentes reales diluidos y no explícitos, rechaza la obra sin haber llegado a descubrir su verdadero contenido. Esto es terriblemente esclarecedor: nuestra reacción común ante lo que no entendemos es el rechazo, en vez del interés. La locura ha sido la categorización preferida para rechazar y basurear a los artistas e intelectuales incomprendidos.
La degeneración mental y los artistas:
Ha sido reconocido por especialistas, y es evidente: las enfermedades cerebrales, como el desorden bipolar y la esquizofrenia, han estado presentes en un número considerable de artistas occidentales. Un estudio de la psiquiatra Kay Redfield en la revista Scientific Américan ha llegado a vincular el desorden bipolar (maníaco depresión) a la creatividad. En una parte realizan un estudio histórico de grandes figuras creativas que han padecido esta enfermedad. Estudian a figuras como Virginia Woolf, Gustav Mahler, Edgar Allan Poe y Vincent Van Gogh. Me pareció curioso el caso del compositor Robert Schumann: entre 1830 y 1850 habría compuesto aproximadamente 70 obras bajo estado de hipomanía, y otras 20 en estado depresivo. La conclusión de esta psiquiatra es que la hipomanía, una de las fases del desorden bipolar, sería un estado mental que incrementa la frecuencia y la fluidez del pensamiento. Para esto, se dedican a estudiar los casos de los artistas antes nombrados, y también observan a pacientes en estado de manía al momento de escribir poesía. En ese estado, los pacientes adquirían una velocidad notable al momento de crear frases poéticas. Esta velocidad muchas veces llegaba a niveles de incoherencia. Además, los maníacos depresivos saltan rápidamente de estados anímicos, y se caracterizan por ser altamente sensibles, y por reaccionar de formas muy variadas a los estímulos.
De este estudio se puede desprender la idea de que la estimulación del cerebro, producto de ciertas enfermedades cerebrales, puede potenciar la labor creativa. El estudio del cerebro es de suma importancia para el tema trabajado en este blog, pues gran parte de los prejuicios en torno a la locura tienen que ver con un miedo al paciente de manicomio. Ese miedo surge porque nuestro conocimiento de ese mundo es tremendamente limitado. El estudio de los estados anormales del cerebro es una ciencia cuyo conocimiento nos permite entender el comportamiento de las personas. En este sentido, el saber que se desprende de esa ciencia puede ser utilizado para la educación cultural. El problema que acarrea el loco es que no se sabe cómo tratar con él. Si el caso es que el loco presenta una enfermedad mental, entonces el conocimiento de esa enfermedad puede ser un camino que derribe los miedos hacia la locura. Sería un paso considerable para que el trato hacia estos personajes no sea de rechazo, sino de inclusión.
De este estudio se puede desprender la idea de que la estimulación del cerebro, producto de ciertas enfermedades cerebrales, puede potenciar la labor creativa. El estudio del cerebro es de suma importancia para el tema trabajado en este blog, pues gran parte de los prejuicios en torno a la locura tienen que ver con un miedo al paciente de manicomio. Ese miedo surge porque nuestro conocimiento de ese mundo es tremendamente limitado. El estudio de los estados anormales del cerebro es una ciencia cuyo conocimiento nos permite entender el comportamiento de las personas. En este sentido, el saber que se desprende de esa ciencia puede ser utilizado para la educación cultural. El problema que acarrea el loco es que no se sabe cómo tratar con él. Si el caso es que el loco presenta una enfermedad mental, entonces el conocimiento de esa enfermedad puede ser un camino que derribe los miedos hacia la locura. Sería un paso considerable para que el trato hacia estos personajes no sea de rechazo, sino de inclusión.
Redfield Jamison, Kay. “Manic-depresive illness and creativity”. Scientific American,
February 1995
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